24 de agosto de 2014

Llegamos a migración para ingresar a Costa Rica. Obviamente por estar viajando en bici no teníamos boleto de salida del país (requisito imprescindible para poder entrar ya nos habían comentado algunos viajeros). Entramos con preocupación y nos recibieron con risas y amabilidad, 90 días de estadía y a seguir pedaleando!

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Como ya era más del mediodía y a esa hora el sol pegaba con fuerza y ganas, decidimos descansar en alguna sombra y aprovechar para comer algo.

Seguimos, nos quedaban unos cuantos km para llegar a Puerto Viejo. Luego de unas horas  por la ruta 36, llegamos hasta un corte de camino, un sendero de piedra que nos llevaría directo a la playa pero que atravesaba el medio de un bosque. Comenzamos y las queridas subidas se hacían presentes, con piedras grandes que hacían patinar la ruedas y avanzar muy lentamente, contrariamente, la noche parecía llegar muy velozmente. El camino era angosto, rodeado de verde por todos lados, por momentos era como haber entrado en algún túnel hecho de árboles, plantas y casi no se veía el cielo.

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Se  escuchaban sonidos de animales que no lográbamos identificar ni tampoco verlos. Pero uno se impuso al resto, una especie de grito grave, ronco y fuerte. Era del mono “aullador” muy común por esas zonas. Cuando parecía que nos agarraba la noche, desembocamos en una carretera de asfalto y se vieron luces y nos quedamos más tranquilos, era la playa Cocle. Ya estaba oscuro y unos metros más adelante había un anuncio de un hostal con zona de camping, wi-fi, baños y lugar para cocinar a 6 usd por persona, no necesitamos nada más y ahí fuimos.

El lugar se llama Rocking J’s, un hermoso local cubierto de mosaicos y dibujos en las paredes, piso y mesas. Excelente opción para viajeros que andan con un bajo presupuesto (como nosotros). Tienen precios para todos los bolsillos, ya  que pueden quedarse en hamacas, carpas, dormitorios y cuartos privados.

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La gloriosa presente !

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Al otro día, salimos a recorrer en bici (para no desacostumbrar las piernas) y fuimos hasta la playa Manzanillo y Punta Uva, a unos 10 km del centro de puerto Viejo. Son esos lugares que uno siempre los veía en fotos, o anuncios publicitarios y lo teníamos a nuestra disposición, aguas cristalinas, arena blanca, muchas palmeras y pocas personas J.

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En el camino de vuelta encontramos el Mariposário, Ranario y Meliponario Punta Uva.  Las abejas eran de un tipo más chicas, son abejas sin aguijón o Mariolas y como no pican pudimos meter el dedo directamente en la colmena y probar su miel.

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Las mariposas tienen un ciclo de cuatro etapas. Crecen de huevo a una larva llamada oruga antes de convertirse en crisálida y después mariposa adulta con alas. Habían pocas especies en el momento pero la que nos llamó la atención fue la “búho” con un ojo grande en  cada ala, que cuando juntas parecen una mirada de un búho (de ahí su nombre), pero cuando solas, simulan una cabeza de una culebra, buenas estrategias de camuflaje no?

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Parecen super venenosas, pero en relidad las podes tocar tranquilamente, es solo su forma de alejar posibles predadores.

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Ven la parte izquierda del ala como se parece a una víbora

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También habían algunas ranas, entre ellas la famosa rana verde de ojos rojos que usa este color como una defensa para que los predadores no se acercan y la rana roja “blue jeans”, famosa por ser una de las ranas dardo que los indígenas usaban para untar las puntas de las flechas, impregnándolas del veneno que tiene en la piel. Aunque los vivos colores de la piel de la rana ya dicen peligro  a gritos (por ejemplo esa roja con las ancas traseras azules, de ahí el nombre blue jeans), sin embargo, no es la rana la que produce el veneno sino lo adquieren comiendo algunos tipos de hormigas y ácaros.

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Otra peculiaridad fue una planta conocida en algunos países de América Central como labios de mujer. Esa planta parece haber evolucionado en su forma para atraer a los  polinizadores y las brácteas son “besables” por poco tiempo, hasta que abran para dar paso a sus flores retoños.

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Nos quedamos un par de días, descansando, conversando con la gente, recorriendo sus alrededores y poniendo en día la página web, cosa que nos dimos cuenta lleva mucho tiempo, ya que cada post,  implica redacción, corrección, ver las fotos, editar, etc. Eso hace que algunas veces mientras la gente sale a pasear, nosotros nos quedamos escribiendo. Pero creemos que aporta al entendimiento del viaje, de nosotros y además nos permite compartir lo vivido con familiares, amigos y otras personas que lo van conociendo.

Esa noche nos acostamos temprano con la promesa, nuevamente,  de salir bien temprano al otro día. Antes de acostarme me pareció raro no tener a mi lado la riñonera con mi pasaporte, pero supuse ya estaría guardada en la mochila y me fui a dormir.

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Desayunamos, y comenzamos a empacar todo. A medida que iba guardando cosas seguía sin aparecer mi pasaporte y comenzaba a preocuparme. Al cabo de unos minutos ya estaba todo listo, menos por el detalle de que estaba confirmada  mi pérdida. Pregunté en recepción y nada, recorrimos el lugar y nada. Ya cuando me estaba imaginando todos los problemas que me podía traer y como un papelito podía complicar un viaje, una chica se acerca y me entrega mi riñonera con pasaporte dentro! Qué alivio!! Era Ruth, una suiza que lo había encontrado tirado en el baño la noche anterior. Enseguida fue a recepción para ver si había algún Luis Enrique hospedado ahí pero no encontraron ninguno en la lista (habíamos dejado el nombre de Mariana registrado) por lo que quedó de guardia esperando que ese ciudadano apareciera.

Ya más tranquilo antes de salir, reviso mails y veo un ofrecimiento para quedarnos en Guatemala, y en el perfil de Couchsurfing de esa persona me llama la atención una foto en la que aparecen una madre perezosa y su cría cruzando una calle. Pienso en lo hermosos de esos animales y lo increíble que debe ser verlos de cerca. En eso Mariana me interrumpe de golpe, diciéndome que había hecho su buena acción del día: había llamado un funcionario del hostal para sacar un perezoso chiquito atrapado en unas cajas detrás de nuestra carpa!!

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Fuimos a verlo y estaba ahí, como asustado, queriendo zafarse. Con el ayudante del hostal pudimos al fin soltarlo y dejarlo sobre el árbol que estaba cerca. Era de una belleza indescriptible, se movía en cámara lenta y por momentos parecía que se quedaba dormido unos minutos. Si bien ahora estaba suelto, era muy chiquito para estar solo. Llamamos a una ONG que rescata animales perdidos para que vinieran a verlo. Llegaron, lo examinaron, parecía estar bien de salud y nos comentan que era un perezoso de tres dedos. Son más comunes de ver los de dos dedos, los cuales a veces muerden y pueden transmitir enfermedades. Cuando estaban a punto de ponerlo en una jaula, alguien mira para arriba y señala. Allá, a lo alto del árbol, a unos 25 metros estaba la madre, enorme bulto gris, inmóvil entre las ramas. Entonces se creyó mejor dejarlo. Nos cuentan que estos osos viven en la copa de los árboles y bajan una vez a la semana para hacer sus necesidades. Y si en algún momento la cría tiene problemas, emite como un silbido y su madre baja (lentamente) a buscarlo.

Y allí se quedó, descansando y contento.

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Ahora sí, ya podíamos ir saliendo, ya era cerca del mediodía, pero bien valió la pena la salida tarde esta vez. Pura vida!

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