22 de octubre de 2014 –
Si pequeña es la Patria, uno grande la sueña.
Mis ilusiones, y mis deseos, y mis
esperanzas, me dicen que no hay patria pequeña.
Y León es hoy a mí como Roma o París.
Ruben Darío, “Retorno”
Originalmente, la ciudad de León fue fundada en 1524 por el conquistador español Francisco Hernández de Córdoba. Sin embargo, ésta fue trasladada a su posición actual debido a la intensa actividad del Volcán Momotombo, a partir de 1610. La Vieja León hoy en día son solo ruinas.
Llegamos a León por la tarde, había comenzado a llover y queríamos, necesitábamos encontrar algo bueno, bonito y barato rápido para instalarnos.
Ya en la entrada, antes de llegar a la zona céntrica encontramos un hostal que parecía cumplir con el triple requisito y así fue. El Hostal se llama Tía Mía y allí pasamos unos días donde conocimos a Antonio, el único empleado, hacedor de mil tareas, amena compañía y lleno de sueños de viajes.
Desde ese lugar fueron nuestras primeras incursiones en territorio leonense.
Un punto de referencia para cuando el estómago comenzaba a sonar fue el comedor de la esquina.
Por 40 córdobas (1,5 usd) teníamos un plato con alguna carne, arroz, frijoles, huevo y un fresco de limón o naranja.
La familia tenía allí el comedor por el mediodía, living por las tardecitas y en las noches de calor era su dormitorio.
La ciudad funcionó como capital de Nicaragua en múltiples ocasiones luego de la independencia de la corona española en 1821, alternándose el título con Granada (su eterna rival) hasta que Managua fue nombrada la única y permanente capital.
León tiene 19 Iglesias, entre las cuales sobresale la Basílica Catedral de la Asunción. Es considerada la más grande de Centroamérica y es Patrimonio de la Humanidad.
Allí se encuentra la tumba del célebre poeta Rubén Darío.
Otra iglesia no menos bonita es La Recolección de 1786.
La ciudad también jugó un rol muy importante en acabar con el régimen dictatorial de la familia Somoza en la década de los 70s, pues en ella había un movimiento sandinista muy fuerte, emergido sobre todo de los estudiantes de todo el país que llegaban a la Universidad de León, una de las primeras en América Central.
Como imagen preponderante que es la del Poeta Rubén Darío (1867-1916) en toda Nicaragua y estando en la ciudad de su niñez, quisimos conocer algo más de su vida y obra, para ello visitamos su museo, que fue su casa por 14 años.
Compartimos este conocido poema del “príncipe de las letras castellanas”
Canción de Otoño en primavera (fragmento)
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro…
y a veces lloro sin querer…
Miraba como el alba pura;
sonreía como una flor.
Era su cabellera obscura
hecha de noche y de dolor.
¡Y las demás! En tantos climas,
en tantas tierras siempre son,
si no pretextos de mis rimas
fantasmas de mi corazón.
En vano busqué a la princesa
que estaba triste de esperar.
La vida es dura, amarga y pesa.
¡Ya no hay princesa que cantar!
La Gritería leonesa
La Gritería es la celebración religiosa más significativa de León, festejada en honor a la Virgen María. Un sinnúmero de altares son colocados en las casas leonesas, cuyos habitantes y visitantes esperan las 6:30 pm del 7 de Diciembre para escuchar el famoso grito común de “¿Quién causa tanta alegría?, respondido por un masivo “¡La Concepción de María!”. Es en este momento que los leoneses explotan bombas, cohetes y fuegos artificiales, y miles de feligreses llegan a los altares para dedicarle cánticos a la Virgen María a cambio de dulces, bebidas, comidas y juguetes.
Volcán Cerro Negro
En una mañana salimos a encontrarnos con el volcán Cerro Negro. Vimos que eran solo 25 km, pensamos que sería fácil y para variar salimos tarde, a las 10 de la mañana.
Los primeros km iban bien, de carretera de cemento aunque luego de una hora el sol ya estaba fuertísimo.
Cuando entramos a las comunidades que rodean el volcán la cosa cambió, o mejor dicho, quien cambió fue el terreno.
Eran caminos de ganado, de tierra negra del volcán, arenosa, suelta, lo que hacía cada metro que avanzábamos en la bici fuera todo un logro.
Para colmo había zonas enlagunadas y teníamos que caminar con la bici al lado. Las ruedas patinaban, se trancaban y no pocas veces estuvimos a punto de caer.
Intentamos algunas horas pero la tarde iba mucho más rápido que nosotros y calculamos que a ese ritmo nos iba agarrar la noche en cima del volcán, con todo el camino de vuelta por hacer, sin luces ni comida suficiente. Por lo que decidimos regresar y planear mejor la venida al día siguiente. Era la segunda vez que subestimábamos un volcán y la segunda que no nos iba bien.
De regreso al hostal, buscamos más información de cómo ir, y descartando el tour que nos vendían a 30 usd, vimos que salían buses públicos a las 7 am para la zona del Cerro Negro.
A la mañana siguiente llegamos unos minutos antes a la estación de buses y mercado.
Luego de las 7 y esperando que subieran más pasajeros, salimos rumbo a Lechecuagua, una de las comunidades que habitan la zona.
El pasaje costo 12 córdobas (0,5 usd aprox) y al cabo de dos horas, nos bajamos en el punto más cercano al volcán. Lo que no sabíamos que ese punto de cercano no tenía mucho, estábamos a diez quilómetros, o lo que es lo mismo, dos horas de caminata a pleno sol.
En el camino se sentía el aroma dulzón a yuca (mandioca) ya que era época de cosecha.
Cada tanto, pasaban animales sueltos o acompañados.
Ejemplo de ello, fue esta carreta de bueyes, que aprovechamos que estaban quietos para preguntarles (a sus dueños) el camino por donde seguir.
El señor mayor, de unos 50 años nos cuenta su recuerdo de la última erupción del volcán, oportunidad que dio nacimiento a dos cratercitos que hoy en día están a sus pies.
Dice que el piso temblaba, y se veían los caminos venirse en ondas, como un mar de piedras y polvo. Muchos fueron evacuados, principalmente los niños. Todo quedó pintado de negro por las cenizas, árboles, casas, campos, animales, personas que tuvieron que quedarse para cuidar de sus animales y cosas. Fueron semanas interminables comenta, como buscando recuerdos en el horizonte…
Seguimos andando, esperando secretamente que no fuera ahora que se despertara de su reposo el coloso.
Más adelante, dos hombres en una carretilla nos advierten sobre unas abejas africanas que estaban más adelante, pero como no teníamos otro camino, continuamos. La otra alternativa era regresar, pero a esa altura estando tan cerca sería una pena, además capaz que nos estaban haciendo una broma.
Algunos minutos después, el camino se fue cerrando, y los arbustos se le fueron imponiendo por lo que nos quedaba un pequeño corredor por donde proseguir.
De repente escuchamos zumbidos y Mariana pega un grito y automáticamente corre despavorida y yo la sigo. Luego de cinco minutos, cuando parece que dejamos atrás a las abejas, le pregunto porque se puso tan nerviosa. ¡Es que son abejas africanas! me grita “vi en un documental que te pueden matar si te pica una”. No me aguanto y me pongo a reír, le digo que no crea mucho en documentales y que sería un problema si le picaran cientos, pero uno no pasa nada, a no ser que sea alérgica. Como no sabía si lo era, lo confirmaríamos con el paso de los minutos en caso que produjera alguna reacción.
Cuando la calma parecía instalarse nuevamente otro zumbido! Pero esta vez venía del pelo de Mariana, que desesperadamente buscaba quitarse la invasora. Eran veinte dedos que se entrecruzaban nerviosos entre pelos y zumbidos. Hasta que en uno de tantos intentos, el intruso abandona el lugar y se fuga por los aires.
Un poco más y llegamos a la entrada, y la inmensa mole negra se paraba firme e imponente sobre nosotros.
Antes de iniciar el ascenso tuvimos que negociar la entrada que finalmente nos dejaron en 100 córdobas cada uno (4 usd). La subida lleva una hora y la bajada algunos minutos, ya verán el porqué. Nos acompañó Einan, de 14 años que andaba por allí.
En la subida, nos fue contando que es el menor de diez hermanos y que cuatro de ellos vive en Costa Rica, lo cual es muy común que cada familia “nica” tenga un integrante o más en ese país vecino.
Está viviendo solo por seis meses ya que tiene que cuidar sus animales (cinco vacas). Pasado ese tiempo regresa con sus padres.
Quedamos sin palabras al ver y sentir lo que nos rodeaba.
Para descender se alquilan sandbord y trajes especiales para protección, que más que para bajar del volcán parecen para subir a la luna.
Pero como cobraban 10 usd por todo el equipo, preferimos ir por las nuestras, es decir, corriendo!
En cinco minutos estábamos abajo, caídas mediante. Tan sucios como contentos.
Al final, un verde esperanzador, porfiadoque insiste en salir en medio de tanto gris.
El regreso fue en una camioneta de carona (ride, aventón) con los trabajadores del lugar.
Museo de la Revolución
La entrada cuesta 50 córdobas (2 usd)
Recorriendo el lugar, por el estado del edificio o las historias que alli habitan parece por momentos entrar en un tunel del tiempo.
Allí nos acompañó en el recorrido, un ex combatiente del FSLN cuando la revolución Sandinista del 79 derrocó a Anastasio Somoza Debayle (hijo), precisamente en dicha ciudad.
Nos contó apasionadamente sobre lo vivido por esos tiempos y nos hizo un recorrido más que por el museo, en los tiempos de su memoria.
“Si usted es capaz de temblar de indignación cada vez que se comete una injusticia en el mundo, entonces somos compañeros”
Ernesto Guevera
Museo de mitos, leyendas y tradiciones
El edificio se construyó en 1921 para usarse como cárcel.
Nuestro guía se llama Sergio y lo primero que nos dijo cuándo le comente que era uruguayo no fue Forlán, Suarez ni Mujica (los más asociado a Uruguay que en general relaciona la gente) fue “Los Iracundos” y nos relató entusiasmado la vez que visitaron Nicaragua años atrás.
En 1956 se ajusticia al dictador Anastasio Somoza García (padre) en León por parte de Rigoberto López Pérez. A partir de esa fecha, los prisioneros comienzan a experimentar toda clase de torturas.
Luego el local paso albergar tradiciones, historias y leyendas de Nicaragua.
El famoso baile de la gigantona, surge en el siglo XVIII y representa la mujer española vista desde el punto de vista de los nativos. Es una muñeca de unos tres metros de alto que hacerla cuesta unos 5.000 córdobas (200 usd) y se considera que hay unas 70 en León. Junto a ella está Pepe el “enano cabezón” que representa la inteligencia de los caciques e indígenas, y el “trovador” quien va recitando coplas que hacen crítica y sátira de los acontecimientos sociales y políticos del país (me recuerda algo a los murguistas uruguayos). Todos recorren las calles de León desde el 8 de noviembre al 31 de diciembre.
En homenaje a la gigantona original que tiene 146 años y en ocasión de los 21 años del museo, en el 2013 hicieron Florentina, la gigantona más grande del mundo que mide 11 metros con 40 centímetros.
El español y la Mocuana (“princesa en la cueva de la montaña” en Nahual)
Cuentan que dicen, que los españoles cuando llegaron a estas tierras en busca el oro, luego de torturar y matar al cacique sin lograr la información, la única que sabía donde estaba el dorado tesoro era su hija, la princesa. Por lo que enviaron un joven galán, para que se enamorara de él y así confiarle el secreto. Pasaron años hasta que la princesa cae en la trampa e inmediatamente la encierran en una cueva. Al tiempo consiguió escapar, pero nunca más se supo de ella. Actualmente en un cerro que se encuentra entre Estelí y la Trinidad, los lugareños dicen que aparece de tanto en tanto una joven que camina sola y que cuando alguien se le acerca, esta se da vuelta mostrando su rostro esquelético. El cerro de la Mocuana llaman al lugar.
Playa Poneloya
No queríamos pasar por León sin dejar de conocer la famosa playa de Poneloya. Nos contactamos a través de couchsurfing con Rudy “Marley” quien nos iba a recibir en su casa.
Fueran 22km tranquilos y agradables en bici que hicimos en una hora.
La referencia llegando al balneario era: “del tamarindo a la derecha unos 300 metros”. Así le dijimos al guarda, el cual entendió perfectamente aunque nosotros no teníamos ni idea que era eso.
Cuando nos bajamos en dicho lugar estaba Rudy, y luego de unas primeras palabras le preguntamos que era el “tamarindo”. Y preguntamos bien, ya que “era” un antiguo árbol que había en dicha esquina pero hace años una tormenta lo arrancó. Pero lo que no pudo extirpar la tormenta fue la referencia que permanece de su figura en la gente, la cual a falta de direcciones por nombres de calles y números, se lo revive.
Después vimos que es común usar ese tipo de referencias. Una vez nos contaron de alguien que pregunto una dirección y le dijeron: “allá de donde mataron al chancho, dos cuadras”
El lugar, nos pareció un poco vacío, algo abandonado.
Y para bañarnos nos recomendaron mucho cuidado, ya que hay fuertes corrientes y el desnivel es grande y abrupto enseguida que se entra al agua.
Rudy es un gran fanático de Bob Marley y era policía civil, pero hace un par de años se retiró cuando mataron a un compañero. Se dedica actualmente a ser guía de volcanes, pero manifiesta (como mucha gente ya nos ha dicho en Nicaragua) la falta de trabajo que hay en el país.
Para variar Mariana encontró compañia…
Al día siguiente, recibimos a Akiko, una simpática japonesa que viaja sola por el mundo desde hace 6 años! Y compartimos anécdotas y pescado fresco.
Vuelta a León
Ya de regreso a León, nos encontramos con Alejandro Castillo, un nicaragüense apasionado por su país, por sus montañas, volcanes y su cultura. Salimos a tomar un café, después una Toña (cerveza nicaragüense) y al otro día una cena. Fueran momentos muy interesantes ya que nos recomendó libros, películas, lugares y piques para conocer mejor el país. Estaba por empezar una aventura también con su novia en proyectos sociales por Sudamérica, donde está por ahora. Un amigo que ganamos y que llevaremos con nosotros en nuestro viaje.
Un lugar muy interesante para conocer es el Mercado Central de la ciudad, donde nos apasiono los dulces típicos : coyolito (dulce de guayaba), bienmesabe (dulce de plátano con panela), gofio ( dulces a base de pinol muy populares en las purísimas), lecheburra (caramelos de dulce de leche) y la cocada!
Otra tradición leonese es el famoso raspado. Un helado hecho en la hora con hielo raspado y con jarabes de su gusto por arriba:
obviamente pedimos de dulce de leche con frutilla.
Después de más de una semana en la ciudad, saciamos nuestra sed por conocer buenas comidas, historias, literatura y playa, por lo que estábamos listos para encarar un próximo volcán!
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