23 de agosto de 2014 –
Nos despedimos de Bocas y nos dirigimos a tomar una lancha en “Taxi 25” que nos llevaría nuevamente a Almirante para luego seguir rumbo a Changuinola.
Enseguida que bajamos de la lancha, un taxista ya ofrecía su servicio para llevarnos a Changinola: “Por 15 usd los llevo, es una ruta muy peligrosa, si van en bicicleta los va agarrar la noche”. Luego otra persona llega y agrega: “es la carretera más peligrosa de Panamá”. Ante la duda de nuestra parte de que debíamos hacer ya que no conocíamos la carretera, y se hacía tarde, preguntamos a una mujer que trabaja por allí, con lo que respondió: “Mi cuñado es ciclista y casi todos los días hace esta ruta, vayan tranquilos.”
Lo pensamos con Mariana y como eran 22 km decidimos ir por las nuestras, al fin de cuentas, para eso teníamos las bicis!
Los primeros 10 km iban de maravilla, carretera plana, alguna bajada y poco tránsito. No sabíamos lo que se venía. Casi los siguientes 12 km eran todos en subida! Las había largas y con una pendiente suave, esas que no se terminan nunca, hasta unas muy curvas y empinadas, algunas de las cuales nos tuvimos que bajar y caminar con la bici al lado.
Luego de tres interminables horas llegamos por fin a Changuinola y en la entrada nomás vimos el cuartel de bomberos.
Nos acercamos y preguntamos si nos podían dar agua y nos dieron. Luego si conocían algún lugar dónde pudiéramos tirar la carpa pero después de pensar unos segundos nos respondieron que no. Ante la negativa ya nos estábamos yendo cuando un bombero regresa y nos pregunta si queríamos quedarnos en el gimnasio que luego de que desocupara la banda que estaba ensayando podíamos dormir ahí.
Luego de instalarnos salimos a dar una vuelta por la ciudad. Vimos una repostería y entramos a ver que tenían. Mientras tomábamos un café, se sienta a nuestro lado un hombre que se identifica como indígena Guaymi (los guaymíes son los habitantes más antiguos del istmo de Panamá, se encuentran a las orillas del Pacífico y en las selvas que bordean el mar Caribe, en lo que se conoce como la “Comarca Ngöbe-Buglé”) Conversamos por casi una hora y nos cuenta de los valores de su comunidad. También nos muestra una cédula (D.N.I) y nos explica que la suya comienza con el número 1 lo que certifica que es indígena pero que no vive en la “comarca”. Los que si viven ahí tienen como primer número en su D.N.I el 12, y así, los primeros dígitos “clasifican” a las gentes.
Nos despedimos y volvimos a nuestro refugio a cocinar algo y dormir. Y en el dormir estábamos cuando de repente nos despierta una voz amplificada que retumbó el gimnasio: “Atención hombres, son las 6:30!!”. Y para completar hicieron sonar las sirenas! Nos levantamos bien contentos, se imaginan.
Volvimos a la carretera rumbo a Guabito, frontera con Sixaola en Costa Rica.
Saliendo hicimos una parada para abastecernos de víveres. Cuando estábamos para salir se presenta un señor que viendo que no éramos de ahí, muy simpáticamente nos aconseja como debemos comprar comida en Costa Rica. “Ustedes tienen que pedir en dinero la comida, por ejemplo, 1 dólar de frijoles, 50 centavos de carne, otros 50 de chicha. De esa manera saben cuánto van a pagar y evitan posibles avivadas que se pueden dar con los extranjeros”
Seguimos y en el camino vimos muchas plantaciones de “Bananos” los cuales tenían unas bolsas azules en cada cacho que nos llamó la atención. Averiguamos que eran para protegerlos de los insectos para que no se los coman. También que le ponen muchos pesticidas a las bolsas y que luego se encuentran muchas en los ríos, contaminándolos.
Llegamos a la ciudad de Guabito, una zona con algunos free shops y otros comercios.
Hicimos la salida del Panamá sin problema y nos dirigimos a cruzar un puente muy antiguo el cual solamente es posible pasar a pie ya que por su deterioro no soporta vehículos pesados. Ya en Costa Rica, nos dirigimos a la migración con la incertidumbre de poder pasar ya que no contábamos con pasaje de salida del país.
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