Perquin
3 de diciembre de 2014 –
Desde Cacaopera tomamos un bus hasta Perquín, municipio de 3.000 habitantes.
Desayuno reforzado para el camino: jugo y yuca (mandioca o aipim) con tomate y “repoio”.
Murales de Perquin:
Allí conseguimos alojamiento en el Hostal Perquín donde su propio dueño lo atendía.
Luego de un rato de conversa, le pedimos una rebaja de precio, y nos termino saliendo 16 usd la noche en vez de 20. Esos 4 usd restantes darían para almuerzo y cena de pupusas!
Por la noche solo quedabamos nosotros y un muchacho que cumplia turno de guardia. Algo charlamos, alguna cosa nos contamos.
Le pregunte cuantos años tenía y me contestó “32”. Fue como una interpelación seca, directa y durante algunos segundos me fui de allí hasta mi infancia, luego trate de imaginar la suya y cuando andaba cuestionando a la vida y sus cosas, me trajo su repregunta: ¿y vos? 32, apenas le dije.
Teníamos la misma edad pero muy diferentes trayectorias. Yo naci en Artigas, Uruguay. El ahí nomás en Perquin. Yo pude ir a la escuela, continuar los estudios hasta la universidad, trabajar y ahora andaba viajando desde hace meses en bicicleta, por conocer nomás. El, quedó sin madre a sus tres meses. A los dos años, debido a la guerra civil en la zona se tuvo que ir a Honduras, a un camapento de refugiados en Colomancagua. Allí pasó muchos años y no hace mucho volvió.
Al día siguiente despertamos temprano. Pasamos por un puesto de pupusas para el desayuno. 3 pupusas de frijoles con queso por 1 dólar 🙂
Luego con la panza llena y el corazon (y bolsillo) contento, la idea era ir a una cascada que nos habían comentado estaba cerca de allí, “El Chorrerón” en el municipio de San Fernando.
Estábamos esperando el bus de las 9am cuando pasa una “pica”como le dicen (derivación de pick up), nos da “carona” (ride o aventon) y nos deja poco antes del pueblo.
Para llegar a la esperada cascada debíamos seguir por un camino de piedras, bastante solitario, donde algunos pinos, cipreses y robles nos acompañaban con montañas de fondo, mientras nos dirigíamos a la zona fronteriza con Honduras. Por un rato pensábamos que estábamos en el otro hemisferio, ya que el paisaje no era el que esperábamos ver!
Fronteras que, por historias escuchadas por lo general no tienen buena fama, por lo que íbamos en esa de mezcla de difrute y atención.
En ese andar de repente, vimos 50 metros adelante unos militares que cortaban el camino. No llevábamos documento y cierta inseguridad se apodero de nosotros. Por suerte solo un saludo fue necesario para pasar sin problemas.
Un poco más y llegamos!
Un paisaje que hizo valer la pena el camino. Sin nadie mas en los alrededores, disfrutamos del regalo que estaba esperando ahí delante: una caída de agua de 40 metros nos daba la bienvenida.
Después de un tiempo había que volver a Perquin, pero antes pasamos por un cementerio y siempre que pasamos por uno quedamos observando respetuosamente las diferentes formas que tenemos los seres humanos de enterrar a los nuestros y pensando en las diferentes cosmovisiones que (por suerte) tenemos sobre la muerte (y sobre la vida)…
Nos quedaba visitar el Museo de la Revolución Salvadoreña.
El Museo es un Homenaje a los Héroes y Mártires de la guera civil (1980-1992), fue fundado en diciembre de 1992 en el municipio de Perquin, Morazán, por un grupo de guerrilleros. Este lugar cuenta desde su óptica (como toda construcción) la historia de los 12 años de conflicto armado en El Salvador a través de la recopilación de objetos, documentos, imágenes, información y testimonios.
En la entrada preguntamos por otro museo que estaba a algunos metros de allí dónde nos habían comentado que habían puentes colgantes, armamento de guerra etc. Pero la persona que nos recibió (un ex-combatiente que nos acompaño en un recorrido por el museo relatando su experiencia en el conflicto) nos contó que el dueño de ese museo nunca participo en la guerrilla y que está todo armado solo para vender.
José Oscar se llama nuestro guía, anda rengueando ya que una ráfaga de un M-16 en un combate le agarro una pierna y lo dejo cojo.
“Se separó parte del pueblo, el papa en el ejercito y el hijo guerrillero, primos en la guerrilla y en el ejercito, lo único que la guerrilla nunca tuvo salario, ni vacaciones, fue una convicción de lucha y derechos“ nos explica.
Un lugar importante en el museo es sin duda el de la “Radio Venceremos”
Fue una radioemisora clandestina que durante la guerra civil fue la voz oficial del FMLN (Frente Farabundo Marti para la Liberación Nacional) y acompaño día a día al pueblo salvadoreño. Tenía su base en el norte del departamento de Morazan, su emisión principal ocurría a las 18hs y siempre estaba em movimiento, transmitiendo de diferentes e insólitos lugares para escapar de los ataques de la Fuerza Armada de El Slavador que consideraba estratégica su destrucción.
Todo un record en la radiofusión clandestina, sobrevivir 11 años (en un país chiquito como El Salvador al que le/se dicen “El pulgarcito de América” 21,000km2, algo más grande que Tacuarembó/UY) al asedio del ejército apoyado por Estados Unidos y su avanzado aparato de guerra.
Mención particular merece el hecho ocurrido en 1984, cuando el reconocido (e infame) jefe militar del ejercito salvadoreño Teniente Coronel Domingo Monterrosa Barrios junto a su equipo capturaron un transmisor de Radio Venceremos.
Se subieron al helicóptero y mientras se dirigían a dar una conferencia de prensa sobre su trofeo de guerra, el helicóptero estalló en el aire, muriendo el teniente y el resto de la tripulación.
Los guerrilleros habían dejado equipos viejos de la radio, grabadoras, cassetes, salpicados con sangre de gallina simulando un enfrentamiento. Los soldados que por allí llegaron creyeron que habían capturado a la radio venceremos. Al poco tiempo llego Monterrosa con algunos de sus secuaces y subio el transmisor al hlicóptero. Cuando pasaron volando por una loma donde estaban ubicados miembros del ERP (Ejercito Revolucionario del Pueblo) estos últimos accionaron por control remoto el explosivo que llevaba el transmisor.
Carlos H.Consalvi fue el fundador de la radio, que luego de la firma en los acuerdos de paz en 1992 paso operar legalmente y años después abandono su caracter político transformandose en una radio comercial. “Santiago” (como se hacia llamar) se separó de la radio en 1994 y creo el Museo de la Palabra y la Imagen (http://museo.com.sv/es/).
La película venezolana “Trampa para un gato” de 1994 relata algunas historias de esta radio.
Tambien se realizó un documento “Las mil y una historias de radio venceremos” que trae 86 testimonios de locutores y combatientes convertidos en increíbles historias. (pueden bajarlo de: http://www.jamerboi.com.ar/Las%20mil%20y%20una%20historias%20de%20Radio%20Venceremos.doc).
Cerca de la zona se encuentra otro lugar emblemático de la guerra civil, “el Mozote”.
Allí ocurrió “las Masacres del Mozote” nombre que recibieron un conjunto de masacres contra población civil cometidos por el Batallón Atlacatl (creado en 1980 en la Escuela de las Américas del ejército estadounidense) de la Fuerza Armada de El Salvador, en diciembre de 1981.
Fueron asesinadas casi un millar de personas (mayoría niños) y se considera la peor masacre en el Hemisferio Occidental en tiempos modernos. El batallón estaba comandado por Monterrosa, alumno egresado de la Escuela de las Américas que luego encontraría destino en el helicóptero mencionado unos párrafos arriba. El resto de los integrantes nunca fueron llevados a juicio.
El documental “Las masacres del Mozote” nos trae testimonios de algunos de los sobrevivientes:
Un testimonio anónimo del hecho:
Ya eran las 3 de la tarde y teníamos que tomar el “pica“ para volver a Gotera, al cuartel de bomberos dónde habíamos dejado las bicis.
Llegamos 4 y media y ya nos daba para pedalear sin agarrar la oscuridad, por lo que nos quedamos con los bomberos una noche más. A las 18 hs ya habíamos cenado y fuimos pal sobre.
“Alegría” nos esperaba al día siguiente…
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