14 de setiembre –

Saliendo de Fortuna, nos separaban 47 km hasta San Rafael de Guatuso, la próxima ciudad en el camino.  Pero antes, en el parque (plaza) central,  cuando estábamos por partir, veo algo que se mueve en un árbol, me acerco y me encuentro cara a cara con este personaje, que lo conocía solo por tv.

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Ya en la ruta nos cruzamos con unos ciclistas, que nos hacen señales para que paremos. Uno de ellos había pinchado y le faltaba herramientas, parche, lija y goma para pegar. Por suerte  nosotros teníamos todo y en unos minutos emparcharon. Se llaman Elias y Urias.

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Urias nos cuenta que antes jugaba al fútbol, pero ahora como su hijo está dedicado al ciclismo, el decidió dejar la redonda  y comenzar con las dos ruedas, es que “uno tiene que apoyar a los hijos”  comenta.

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Solucionado el tema, nos despedimos y seguimos,  ellos con los suyos, nosotros con lo nuestro. No teníamos ni idea que íbamos a encontrar en esa ciudad que la verdad la habíamos elegido porque estaba a mitad de camino antes de llegar a Rio Celeste. En la ruta nos llamó la atención ver muchas casas con la bandera costarricense así como también en las calles, no sabíamos el porqué.

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Luego de unas horas arribamos a San Rafael de Guatuso. Como siempre con mucha hambre, y lo primero era buscar un lugar local para comer. Terminamos en un bar cerca de la terminal. La felicidad vino en un plato redondo  y repleto!

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Ya satisfechos no había mucho tiempo para la digestión porque la tarde estaba entrando a despedirse y no teníamos lugar para dormir. Comenzamos a preguntar a la gente en la calle y hasta a un policía que pasaba por allí,  pero ninguno sabía de lugares dónde pudiéramos poner nuestra “tienda de campaña”, como le dicen a la carpa.

Salimos a recorrer el lugar. San Rafael, es una ciudad de unos 6000 habitantes, con casas muy bonitas,  jardines muy prolijamente arreglados y coches al frente. Es una zona ganadera y de cultivo de arroz principalmente.

Llegábamos al parque central cuando se largó terrible chaparrón. Lo primero que vimos fue un toldito al costado de la Iglesia, con mesas largas, al lado de un local improvisado, con personas reunidas.

Nos arrimamos y comenzamos a conversar. Le decimos que estamos buscando lugar para pasar la noche y nos responden que esperemos un rato hasta que el padre llegue para ver si podíamos poner nuestra carpa por allí. Mientras,  nos cuentan que ese día era la “noche de los faroles” y que estaban haciendo comidas para vender y recaudar fondos para colaborar con la iglesia.

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Al cabo de minutos llega un hombre en moto, se presenta como Fernando, diciéndonos que si queríamos nos podíamos quedar en su casa, que tenía un cuarto libre. Le agradecimos y fuimos en caravana siguiendo su moto. Luego nos enteremos que Fernando es esposo de la señora Olga, que estaba en la cantina y al escuchar nuestra historia, llamo a su marido para que nos viniera a buscar. Son esos gestos que no salen en las noticias pero son constantes demostraciones de hospitalidad, solidaridad y confianza.

Fuimos a la casa, y luego de un baño y algunas charlas con Fernando, salimos a pesar de la lluvia constante, para ver de qué se trataba “la noche de los faroles”.

Algunos años atrás…

María Dolores Bedoya fue una revolucionaria y prócer guatemalteca. Ella recorrió en la noche del 14 de septiembre de 1821 las empedradas calles de la ciudad de Guatemala (hoy Antigua), con lámpara en mano para instar a la gente a congregarse en la plaza frente al cabildo para apoyar la independencia.

indep Firma del Acta de Independencia de Centroamérica. Representación de la reunión del 15 de septiembre de 1821, del pintor chileno Luis Vergara Ahumada

A las afueras del Palacio Nacional y durante toda la madrugada, el pueblo entero se dio cita con sus lámparas y faroles. Entre llamados y presiones esperaron la decisión de la Diputación de la Provincia de Guatemala, la cual culminó el 15 de setiembre de con la deseada firma sobre el acta de independencia. Lo curioso fue que Costa Rica se enteró de la noticia un mes después, el 13 de octubre cuando un mensajero llegó a Cartago montado en una mula.

Desde entonces año con año, los pueblos libres centroamericanos comenzaron a adornar las humildes viviendas con faroles para conmemorar las festividades patrias, la gesta de María Dolores Bedoya y el pueblo guatemalteco.

Cada 15 de setiembre se celebra la independencia de Centroamérica:  Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica.

La Antorcha de la Libertad, el fuego de Centroamérica

Fue en 1964 que el costarricense Alfredo Cruz Bolaños ideo representar con el fuego los años de lucha por la independencia de Centroamérica.

Los estudiantes tienen el honor de correr y llevar una antorcha encendida que viene desde Guatemala, la cual representa el recorrido que dio la noticia de la independencia desde Guatemala hasta llegar a Costa Rica.

Llevan consigo la perseverancia y el amor por la patria. Es un recorrido a veces agotador, bajo la inclemencia del clima y la noche, pero siempre con el apoyo de los  hermanos centroamericanos que acompañan el camino.

El recorrido

Saliendo el 1ero de setiembre, la antorcha es cargada por miles de estudiantes a lo largo de su recorrido por Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y finalmente Costa Rica.

Se inicia con un acto cívico repleto de personas, banderas y mucha celebración. Es en Ciudad de Guatemala, frente a la Plaza Obelisco (también conocida como el Monumento a los Próceres de la Independencia) que se enciende el fuego de la antorcha.

Después de esto, una caravana de jóvenes estudiantes y deportistas acompañarán al “fuego de la libertad” en su trayecto de más de 1100 kilómetros de distancia.

La llama inicia su recorrido hacia la frontera de Guatemala y atraviesa los demás países de Centroamérica. En cada frontera es recibida con gran emoción, se intercambian regalos, se cantan himnos y se refuerza el mensaje de unidad entre países hermanos.

El día 14 de setiembre, aproximadamente a las 6 de la tarde, arriba la antorcha junto con sus acompañantes al Parque Central de San José. Aquí la espera el alcalde de la provincia así como gran cantidad de ciudadanos, donde se proclamaran discursos y se entonará el himno nacional de Costa Rica.

A continuación, se da inicio a los desfiles de faroles en todas las escuelas del país.

Una vez finalizadas las actividades en San José, la antorcha continúa su camino para completar la etapa final, la ciudad de Cartago, la cuál  era en 1821 la capital de Costa Rica y fue el sitio donde se llevó la noticia de independencia.

Bajo la luz de una candela

Ya estaba oscureciendo cuando salimos rumbo a la plaza central. La lluvia incansable y  porfiada no se permitía ni una pausa. Llevamos un paragua que amablemente nos prestó Fernando y en el camino vimos otros cientos de hermanos paraguas que también se dirigían junto a niños, faroles y banderas “ticas”, hacia la plaza.

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Minutos antes de las seis, la alcaldesa de San Rafael, pronuncia un discurso emotivo, efusivo, resaltando valores patrios, de libertad y unión centroamericana. Cuando llega el reloj a las seis en punto comienza las primeras estrofas del himno patrio costarricense:

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Padres, niños, faroles y público presente cantan al unísono, sin prestarle atención al agua que bajaba a mares.

Después de la Revolución de 1948 se resaltan los valores patrios en el país, entre ellos, el Desfile de Faroles, dándoles la relevancia que poseen actualmente.  Pero fue en 1953, que se oficializó para todos los centros educativos el 14 de setiembre como el día del Desfile de los Faroles.

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Luego del himno, decenas de niños acompañados en especial por sus madres, con sus faroles en mano hechos de envases vacíos tetrabrik, cajas de zapatos y papel, comienzan un desfile por las callecitas de la ciudad. Es un bonito y sentido caminar, dónde la luz de los faroles ilumina la noche oscura,  la tradición y el sentimiento patriótico se afirma a cada paso, de generación a generación.

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Luego de unas cuadras, la procesión retorna al lugar inicial, dónde va comenzar la competencia para ver cuáles son los faroles más bonitos. Cada niño obtiene un número y van pasando en fila delante de los ojos atentos de los jurados que premiaran a los tres más bellos.

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Esta “Barbie” con su vestido típico y su carretilla, símbolo nacional que representa el trabajo, el sacrificio y la paz, y que fue fundamental en el progreso económico en el siglo XIX para el transporte del café,  fue la ganadora del primer premio. La madre del niño (y constructora de la misma) aceptó que le tomáramos una foto a su creación pero con la condición que ella no apareciera.

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Luego, bailes y vestidos tradicionales dijeron presente para culminar la jornada cívica.

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15 de setiembre

Al otro día, cuando despertamos Olga ya tenía preparado para nosotros un delicioso desayuno con gallo pinto, queso, huevos y café con leche, mejor imposible!

Antes de irnos, fuimos hasta el centro para ver el desfile de las escuelas y colegios por el día de la independencia centroamericana.

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Los niños tomando su “fresco” (jugo) en bolsitas para aguantar mejor el calor.

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Ahora sí, era momento de partir, con esa mezcla de agradecimientos y pena que se da cuando hay que despedirse de personas que ven al prójimo como una promesa y no como una amenaza, alguien a quién dar una mano, cuidar, no cuidarse.

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Olga y Fernando, siempre agradecidos, por esa corta pero profunda estadía.

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